Miguel Fisac







Miguel Fisac nació en 1913 Daimiel (Ciudad Real) en un ambiente de una familia que no tenía relación alguna con la arquitectura, su padre, Joaquín Fisac era farmacéutico, muy aficionado a la fotografía, y su madre Amparo Serna, una mujer sobria. Su infancia transcurrió en este pueblo manchego, en un ambiente hogareño con un alto sentido familiar y religioso, y unos padres modernos, que no dudaron en incorporar los avances técnicos a su vida cotidiana. Miguel, el menor de los tres hermanos, demostró desde pequeño una gran afición por el dibujo y la pintura, a pesar de no tener ninguna facilidad innata. En el verano de 1926, a la edad de 13 años, es cuando decidió que tenía que ser arquitecto. Después de concluir el Bachillerato Universitario en el Instituto Nacional de Badajoz, se trasladó en 1930 con diecisiete años a Madrid para preparar el ingreso en la Escuela de Arquitectura. En junio de 1932 consiguió aprobar el ejercicio de estatua en la Escuela de Arquitectura, lo que le permitió iniciar en ese año su carrera de arquitecto, pero fue interrumpido por la guerra civil.

 Fue el arquitecto más radical e innovador del siglo pasado en España. Teniendo en cuenta de que este arquitecto estuvo disconforme con la arquitectura de su tiempo, le llevo a buscar siempre las mejores soluciones técnicas y estéticas de acuerdo con los nuevos materiales, logrando un estilo de gran personalidad. En los últimos años de la carrera estuvo trabajando en los estudios de Ricardo Fernández- Vallespín y en el de Pedro Muguruza dibujando perspectivas para la reconstrucción de la ciudad de Santander junto al joven Francisco Javier Sáenz de Oíza.
Para obtener siempre un trabajo estupendo y que estuviera satisfecho, trabajaba siempre con el mismo formato, preguntándose el por qué, el dónde y el cómo.
 Desde el primer momento fue rechazando el racionalismo. Fisac se vio influido por arquitectos importantes y sus obras como por ejemplo Frank Lloyd Wright, Erik Gunnar Asplund con el neoempirismo y el organicismo nórdico que conoció cuando viajo a Suecia en 1949.En 1955 hace otro de sus grandes viajes por todo el mundo y Estados Unidos, para conocer las obras de Wright y Mies van der Rohe, visitando a Neutra en los Ángeles, con quien estableció una prolongada amistad. También viajó en agosto a Jerusalén, como arquitecto del Santo Sepulcro.



Centro de estudios hidrográficos.

Este conjunto alberga la oficina y el laboratorio de hidráulica de la Dirección General de Obras Hidráulicas. Según el arquitecto Miguel Fisac, la concepción arquitectónica es de gran sencillez formal y de una absoluta expresividad estructural. Todo ello muestra de una arquitectura en que, ante las necesidades funcionales de la edificación, prima la respuesta estructural clara y arriesgada del hormigón. En el programa propuesto, la solución estructural debería ser interesante: “la cubierta del laboratorio, para cumplir las exigencias requeridas de luz cenital, era la clave del problema que debería resolver”. El conjunto está formado por dos pabellones, destinados a servicios y laboratorios para la investigación hidrográfica, construidos íntegramente en hormigón armado, con carpinterías de aluminio y acabados en hormigón visto. El edificio principal, de siete plantas, está destinado a contener un programa de despachos, oficinas, salas de juntas, salón de actos y espacios de uso común. Su volumetría es vertical y prismática, las plantas son rectangulares y la distribución sigue una retícula. Junto a él se desarrolla el segundo pabellón destinado a los laboratorios. Una gran nave de modelos y otras dos, más pequeñas, para túnel de cavitación y ensayo de máquinas, forman el núcleo principal de trabajo del laboratorio de hidráulica, que se completa con un edificio de dos plantas, destinado a despacho de auxiliares de los técnicos, talleres, cafetería, vestuario, comedor de obreros, etc. Este segundo volumen, contiene una nave diáfana de 88 x 22 m que, por su resolución formal, constituye un exponente en la arquitectura madrileña de ese momento. Ante la necesidad de obtener una rigurosa uniformidad lumínica que impidiese la incidencia directa del sol, Fisac diseñó una estructura de cubrición formada por vigas huecas de gran luz realizadas en hormigón pretensado y apoyadas, generalmente, sobre muros lisos sin huecos. La reiteración de estas piezas no sólo da respuesta a las necesidades estructurales del gran vano, sino que creaba unas posibilidades estéticas de contraste que constituyen la identidad del edificio. También forma parte del conjunto el edificio de reología de dos plantas y una vivienda para el guarda-conserje. El cálculo de las estructuras fue efectuado por los ingenieros de Caminos Julián González Montesino y José María Priego y el equipo de cálculo del mismo centro. El enlace de las partes antagónicas del conjunto se consigue a través de la incorporación de una marquesina, elemento plástico y ligero formado por pequeñas piezas también de hormigón. En 1969, el ingeniero José Antonio Torroja construyó una nueva nave de ensayos fluviales.



Iglesia de Santa Ana Madrid

El edificio se organiza a partir de los nuevos conceptos espaciales propuestos por el Concilio Vaticano II, según los cuales los feligreses deben rodear al oficiante para conseguir una mayor participación y el altar se convierte en un foco dinámico, la direccionalidad del espacio cristiano se multiplica y la cabecera es un fondo más flexible. Estas premisas proporcionan una forma radial que converge en un amplio ábside con tres concavidades destinadas al propio altar, a la consagración y a la comunión. La mejora acústica se consigue dividiendo el muro de acceso en tres curvas convexas que propician la dispersión sonora. La iluminación cenital sobre el ábside jerarquiza el espacio con la nave en penumbra y la eclosión lumínica en el altar.



La iglesia emerge del amplio complejo horizontal, que incluye centro parroquial, vivienda y otras dependencias, articulados mediante patios y galería que permiten un desarrollo organicista, amable y unitario. La estructura de muros de carga de hormigón y cubiertas de piezas tubulares, que el arquitecto utilizaría desde este momento, denotan un brutalismo de influencia lecorbusierana y determinan y singularizan su potente imagen exterior en el entorno.




I B M

Edificio de oficinas estudiado a partir del programa y de las condiciones óptimas del trabajo. Destaca el desarrollo de la fachada a poniente compuesta por el sistema "boomerang" denominado así por su autor compuesto por dos piezas pretensadas huecas, contrapeándose y dejando un espacio entre sí. Se crea  un espacio neutro, independiente del exterior, teniendo en todos sus puntos las mismas características de iluminación, insonorización... Se resolvió de una manera especial el problema de la electricidad estática., aislamiento acústico (reducido a 30 decibelios)




Libreria  CESIC 

En 1948 se encargó a Miguel Fisac la construcción de una Librería destinada a vender las publicaciones del propio CSIC. Fisac ya había construido algunos edificios para este organismo, entre ellos su sede central en la calle de Serrano, junto con Vallespín en cuyo estudio había comenzado a trabajar siendo aún un joven estudiante de Arquitectura. En todos los casos también diseñó sus espacios interiores y mobiliario. Su filosofía, influenciado por la arquitectura nórdica, que acababa de conocer, era global, se trataba de diseñar hasta el más mínimo detalle, desde la iluminación a los picaportes.



En la Librería tanto para los muebles como las molduras de las puertas y ventanas, interiores y exteriores, y otros elementos utilizó madera de pino desalburizada, según él mismo explicó, tratada con cal para resaltar la veta natural y luego rascada para eliminarla.
Su ambiente es muy cálido y acogedor, con sus estanterías llenas de sugerentes libros, y las mesas y las sillas diseñadas por Miguel Fisac, que ocupan los estudiosos o personas que acuden a las tertulias que allí tienen lugar de vez en cuando.
Merece la pena visitarla. Es, como ellos mismos afirman en su web, un lugar delicioso para la lectura de buenos libros.



Vivienda bahía de Mazarron

El terreno es una ladera rocosa, de unos 30o de inclinación, con vistas hacia el mar.
Se edifica una pequeña vivienda con una disposición y una calidad de materiales muy modestas, en las que las diferentes piezas de que consta la casa están formadas por cuatro módulos que van disminuyendo de tamaño y que se van apoyando cada uno en el anterior.
En el primer módulo se dispone una terraza, cuarto de estar, comedor y cocina, y cada uno de los restantes módulos es una habitación dormitorio con su cuarto de aseo.
La ocasión de una vivienda de vacaciones para sí mismo permitió a Miguel Fisac distanciarse de las convenciones e investigar otras formas de relación con el territorio. Es probablemente su respuesta más original a la problemática de la relación de la vivienda con el lugar en un escenario de ocio. Propuesta en un promontorio frente al mar, un escarpado punto de la costa, ofrece la versión más radical de una arquitectura del turismo, respondiendo mediante estos prismas apilados y desplazados ligeramente en sentidos alternos, que se benefician mediante el procedimiento de la superposición en distintos niveles de las espléndidas vistas del enclave. Así mismo nos sirven para resolver la acusada pendiente del entorno. Son cuatro superficies mínimas rectangulares que fragmentan los usos y los resuelven como máquinas para habitar. El contraste entre la abstracción geométrica de los prismas blancos y la expresiva textura de los muros de mampostería remite a las nuevas actitudes hacia el paisaje que, por entonces habían ido evolucionando con la sensibilidad moderna.
Interesante en su implantación, la obra sería solo cuestionable por su excesiva carga objetual, tan estricta en sus planteamientos compositivos que renuncia, incluso, a utilizar el espacio generado por las cubiertas.


Vigas hueso


Comienza el estudio de las estructuras de hormigón armado a principios de la década de los cincuenta, con una serie de marquesinas y galerías porticadas de membrana ondulada que encontramos en edificios como los Dominicos de Valladolid o el Instituto de Profesorado de la Ciudad Universitaria. Pero no es hasta 1958, cuando a partir de su concepción de la arquitectura adintelada y de las nuevas posibilidades que le brindaba la incorporación de la industrialización y prefabricación al campo de la arquitectura, comienza a desarrollar una investigación con piezas huecas de hormigón armado.



En 1959, proyecta y realiza su primera marquesina de lámina plegada de hormigón armado para el edificio de Dirección de los Laboratorios Alter, y en ese mismo año, otra de piezas sueltas para los Laboratorios MADE. Estos ensayos realizados a finales de los años cincuenta fueron los que dieron paso a las primeras piezas aligeradas huecas pretensadas y postensadas, inspiradas en las estructuras óseas de los animales vertebrados y que se han dado a conocer con el nombre de los "huesos". "Huesos" que responden a una idea basada fundamentalmente en la resolución técnica de la cubierta, con grandes luces entre apoyos, mediante un solo elemento prefabricado repetitivo que resuelve el problema estructural, el aprovechamiento de la luz cenital, y el aislamiento acústico y térmico, al mismo tiempo. Estas piezas diseñadas por primera vez para el Centro de Estudios Hidrográficos, consisten en unas vigas huecas de hormigón postensadas de 22 metros de luz y 6 cm. de grueso, prefabricadas en piezas de 1 metro.




La misma solución fue aplicada con posterioridad en las cubiertas de las fábricas de Vich y Montmeló para luces de 16 metros, en las que se realizaron unas pequeñas modificaciones en el diseño de las secciones triangulares de las piezas, consistentes en la colocación de los cables de la armadura pretensada en los núcleos de tensión de sus vértices de una forma lineal, frente a la primitivas disposición en el Centro de Estudios Hidrográficos en catenaria. Esta modificación supuso, además de simplificar el proceso de fabricación, abaratar el costo de ejecución.
Para el Instituto Núñez de Arce de Valladolid (1961) se diseñaron las primeras piezas huecas pretensadas (hoy desaparecidas).Esta solución, la más empleada con posterioridad, la podemos encontrar en la Parroquia de Santa Ana, en el Colegio de la Asunción o en el Centro de Cálculo de la Ciudad Universitaria.




 Encofrados flexibles

Siempre ha dado mucha importancia a la terminación y acabado de las superficies en los cerramientos de todos los edificios que ha proyectado. El uso del hormigón armado le lleva a preocuparse del tratamiento superficial como algo dependiente de su propia cualidad, blanda y pastosa. De aquí surge su patente de "encofrado flexible" que en los años 50, fueron diseñados con escayola, y más tarde lo realiza con paneles de madera revestidos de una lámina de polietileno. Al principio era un tratamiento de la superficie exterior, hasta que al final consigue llevar también al interior el tratamiento de sus "encofrados flexibles" en los muros de hormigón. De esta forma, se identifica materia con forma, con estructura, con construcción, con decoro y con espacio. Consiguiendo así, que la superficie no sea dependiente de la arquitectura, sino que sea la protagonista de la arquitectura.





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